Por Patricia Lamperti
En el barrio de Belgrano se encuentra la feria de artesanos de la redonda, se llama así porque dentro de la plaza Manuel Belgrano hay una iglesia redonda, muy hermosa y de alrededor de 1810.
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| Feria artesanal de la Plaza Manuel Belgrano (Foto: Lamperti) |
Además de la feria con sus artesanos, hay artistas callejeros, el clásico puesto de garrapiñadas y, manzanitas acarameladas con pochoclo, los soñados copos de azúcar y por supuesto el infaltable pirulinero.
Recorriendo la feria se lo puede encontrar a Eduardo un artesano de 48 años, que ama el sur de nuestro país y allí busca las piedras para todos sus trabajos, hace aros, collares, pulseras y solitarios. Cada pieza es única no hace una igual a la otra, dice que así cada uno puede tener su modelo y que aunque quisiera no sería igual, por la elaboración y el amor que él pone en cada uno de sus trabajos.
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| Trabajos de Eduardo (Foto: Lamperti) |
Eduardo se crio en la localidad de Villa Martelli, con sus abuelos alemanes ya que como eran varios hermanos a él le toco quedarse con ellos y por eso sus costumbres son muy tradicionales, lamentablemente cuando el tenia catorce años su abuelo Roque, falleció del corazón y se quedó con su abuela a quien le decían “LA MUTTER” (alemán), significa a la madre, razón por la cual Eduardo salió a trabajar para poder llevar el dinero a su hogar, primero empezó vendiendo brochas para afeitarse, ya que era un auge en ese momento, pero eso no le daba más que para la comida del día entonces empezó a ver qué era lo que podía hacer y no dejar el colegio, así empezó a jugar con algunos alambres y crear.
Y así el empezó a diseñar sin darse cuenta, sin embargo le llevo mucho trabajo poder insertarse en el mercado, ya que hoy en día los artesanos son más considerados por el público en aquella época eran unos vagos, y el lucho contra todo eso, prejuicios, desprecio y hasta muchas veces violencia.
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| Artesanías que realiza el artesano (Foto: Lamperti) |
Sin embargo el tiempo le demostró que no era el único y encontró esta feria donde pudo realizar su sueño, y compartir con otras personas su pasión de crear, a su lado esta Melisa, tiene 52 años y hace jabones, ella se quedó sin nada y con una nena de 10 años, primero empezó por ser cartonera hasta que un día se propuso hacer algunos jabones para vender en los colectivos, y así de apoco empezó a salir de su tristeza, y no solo eso, en sus jabones transmite mensajes de alegría y amor, que para ella es lo más importante, dice “podría desear tener mucho dinero, pero me hubiera perdido de todo el amor que me brinda mi familia de la Feria”.
Ella agradece a Eduardo por apuntalarla y no haber sido egoísta, está convencida que cada uno tiene su historia y su cruz pero que si uno se cruzara con personas como “el negrito” como le dice Melisa el mundo sería mucho más benévolo y alegre.
Eduardo afirma que la feria es su lugar en el mundo y si tuviera la posibilidad de elegir una vida, elegiría esta misma, con sus luchas, tristezas, abandonos pero con la recompensa grande que da el amor si uno pelea día a día sin importar y se da cuenta que lo realmente maravilloso está dentro de uno.



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