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lunes, 25 de noviembre de 2013

EL DINERO NO PUEDE COMPRAR LA VIDA (B. MARLEY)

Por Patricia Lamperti


En el barrio de Belgrano se encuentra la feria de artesanos de la redonda, se llama así porque dentro de la plaza Manuel Belgrano hay una iglesia redonda, muy hermosa y de alrededor de 1810.
Feria artesanal de la Plaza Manuel Belgrano (Foto: Lamperti)

Además de la feria con sus artesanos, hay artistas callejeros, el clásico puesto de garrapiñadas y, manzanitas acarameladas con pochoclo, los soñados copos de azúcar y por supuesto el infaltable pirulinero.

Recorriendo la feria se lo puede encontrar a Eduardo un artesano de 48 años, que ama el sur de nuestro país y allí busca las piedras para todos sus trabajos, hace aros, collares, pulseras y solitarios. Cada pieza es única no hace una igual a la otra, dice que así cada uno puede tener su modelo y que aunque quisiera no sería igual, por la elaboración y el amor que él pone en cada uno de sus trabajos.
Trabajos de Eduardo (Foto: Lamperti)

Eduardo se crio en la localidad de Villa Martelli, con sus abuelos alemanes ya que como eran varios hermanos a él le toco quedarse con ellos y por eso sus costumbres son muy tradicionales, lamentablemente cuando el tenia catorce años su abuelo Roque, falleció del corazón y se quedó con su abuela a quien le decían “LA MUTTER” (alemán), significa a la madre, razón por la cual Eduardo salió a trabajar para poder llevar el dinero a su hogar, primero empezó vendiendo brochas para afeitarse, ya que era un auge en ese momento, pero eso no le daba más que para la comida del día entonces empezó a ver qué era lo que podía hacer y no dejar el colegio, así empezó a jugar con algunos alambres y crear.
Y así el empezó a diseñar sin darse cuenta, sin embargo le llevo mucho trabajo poder insertarse en el mercado, ya que hoy en día los artesanos son más considerados por el público en aquella época eran unos vagos, y el lucho contra todo eso, prejuicios, desprecio y hasta muchas veces violencia.

Artesanías que realiza el artesano (Foto: Lamperti)
Sin embargo el tiempo le demostró que no era el único y encontró esta feria donde pudo realizar su sueño, y compartir con otras personas su pasión de crear, a su lado esta Melisa, tiene 52 años y hace jabones, ella se quedó sin nada y con una nena de 10 años, primero empezó por ser cartonera hasta que un día se propuso hacer algunos jabones para vender en los colectivos, y así de apoco empezó a salir de su tristeza, y no solo eso, en sus jabones transmite mensajes de alegría y amor, que para ella es lo más importante, dice “podría desear tener mucho dinero, pero me hubiera perdido de todo el amor que me brinda mi familia de la Feria”.


Ella agradece a Eduardo por apuntalarla y no haber sido egoísta, está convencida que cada uno tiene su historia y su cruz pero que si uno se cruzara con personas como “el negrito” como le dice Melisa el mundo sería mucho más benévolo y alegre.

Eduardo afirma que la feria es su lugar en el mundo y si tuviera la posibilidad de elegir una vida, elegiría esta misma, con sus luchas, tristezas, abandonos pero con la recompensa grande que da el amor si uno pelea día a día sin importar y se da cuenta que lo realmente maravilloso está dentro de uno.

lunes, 18 de noviembre de 2013

CON ACENTO PORTEÑO

Por Patricia Costanzo 

  Es una calle museo y un lugar tradicional de gran valor cultural y turístico. Es muy diferente a otras ferias artesanales debido a sus colores, a los turistas  que la transitan, es populosa y pintoresca. Está estructurada en los viejos conventillos pintados con vívidos colores contrastantes en los que predominan el rojo, amarillo, verde, celeste, azules…  En este sector del barrio de La Boca, las antiguas viviendas de los inmigrantes italianos se transformaron en locales y talleres.  Habían llegado para trabajar en la zona portuaria y mas tarde trajeron o formaron  familias a fines de 1800. Una antigua vía y estación  estación ferroviaria, de la que no queda ni el nombre en algún cartel que la recuerde, la atraviesa fantasmal. Remite a un viejo tren que hace tiempo dejó de pasar (1928)  y  es una frontera difusa que divide el circuito. Ese terreno, que había quedado abandonado, fue recuperado por algunos vecinos entre los que se encontraba el pintor Benito Quinquela  Martín en 1950 y bautizado con el nombre de caminito en homenaje al tango canción compuesto por Juan de Dios Filiberto (música) y Gabino  Coria Peñaloza (letra) Este tango compuesto en 1926,  fue grabado inicialmente por Carlos Gardel, aunque logró su mayor éxito con la interpretación de Ignacio Corsini



Miles de turistas colman las calles emblemáticas del barrio de La Boca. Los atractivos elegidos son bailarines de tango y  artistas que exhiben sus obras en Caminito.  Quinquela Martín es el pintor más reconocido.(FOTO: Costanzo)
Gabino Coria Peñaloza, un puntano radicado en Chilecito, La Rioja escribió la letra del tango ‘‘Caminito’ ‘.Su letra en realidad remite a un camino rural de la localidad de Olta en La Rioja. Está considerado el tercer tango más famoso luego de “La cumparsita”  y  “choclo’’. (FOTO: Costanzo)


UNA FIESTA DE MATERIALES Y TEXTURAS;  ARTESANIAS Y ESCULTURAS CONVIVEN CON  TRES MITOS ARGENTINOS.

Cueros, piedras, vidrio pintado, metal; distintas técnicas para diferentes objetos que se exhiben en los puestos que serpentean por las pocas cuadras de La Boca donde cada tanto se destacan las figuras de Maradona, Evita y Gardel , que se asoman por los balcones, que están a la vuelta de la esquina o a la entrada de algún conventillo cuyos patios y habitaciones son locales de mas y mas artesanías para deleite y sorpresa de los turistas que no cesan de sacarse fotos y hacer comentarios risueños.
Los conventillos son  las casas típicas de los inmigrantes italianos que se instalaron en la zona de La Boca, son viviendas colectivas donde las familias comparten los patios, cocinas y baño.
 La vida en su interior no es muy buena. El material utilizado para la construcción fueron las chapas de zinc y maderas que se pintaban con las sobras de las pinturas de los talleres. Hoy se conserva la tradición de pintarlas con diferentes colores.




Las figuras de Maradona, Evita y Gardel parecen grotescas y endebles aunque artísticas. Conviven con los monumentos al bombero voluntario, murales de hombres trabajando en el puerto, cerca de la Casa Amarilla, Fundación Proa y el museo de Benito Quinquela  Martín que retrató la actividad en el puerto de Buenos Aires a principios del siglo pasado. (FOTO: Costanzo)

y allá casas de comida, cantinas donde las mesitas están en la vereda, a la entrada de los coloridos conventillos,  con escenarios  atravesados de banderitas de todos los países del mundo,  y bailarines, cantantes y músicos que  deleitan  a los comensales  con espectáculos de  canto y baile, ya sea tango o folklore. Dos referentes de nuestra cultura. (FOTO: Costanzo)

Los turistas fluyen todo el tiempo, bajan de las combis, chárter, taxis y colectivos. Se acercan por oleadas, boquiabiertos y sonrientes, mirando a todos lados, sacando innumerables fotos  con sus impresionantes cámaras. Se destacan los chinos y los europeos, aunque hay norteamericanos, latinoamericanos y argentinos también.  Vienen de todas partes. Es un paseo que no se puede perder el visitante que llega a Buenos Aires y quiere llevarse un recuerdo de esta ciudad (FOTO: Costanzo)


TANGO GAY


Me llama la atención  figuras de bailarines hechos con clavos y tornillos. Bailarines de tango, cámaras de cine con sus respectivos trípodes. Hay figuras oxidadas y otras que muestran todo el esplendor del acero. Algunos tienen un baño cobreado.
El artesano,  sentado y distendido al lado de su obra se ríe cuando le preguntó ‘por qué tango gay’, si la historia dice que al principio el tango se bailaba entre hombres, entre machos,  sin que eso significara que fueran gay’, le digo.
--‘Es para hacerlo más atractivo y vender. Parejas de hombres bailando el tango’ me contesta y sonríe pícaro: ‘Es para vender más, me compran más mujeres que hombres, ‘agrega.
  Escudado en sus anteojos negros, con aire despreocupado, el artista, me asegura que vive de sus artesanías, que previamente él tenía formación técnica  y que un buen día descubrió su veta artística, un poco por casualidad y se dedicó sólo a esto. Vive de sus creaciones. Algunas piezas van de 50 pesos para arriba. Algunas más de mil, según la cantidad de metal usado y la complejidad de la obra. 
  Sobre la seguridad, dice que no hay problema mientras uno se mantenga dentro del radio de la feria, pero saliendo del perímetro, si uno se aparta para sacar fotos a las grúas del puerto, corre el riesgo de ser asaltado.
No hay policías a la vista, pero deben estar. Hay demasiados turistas y mucho dinero. Una tentación para cualquier amigo de lo ajeno.
  Nuestro artesano entrevistado dice que no tiene página web porque está muy ocupado y no tiene tiempo, pero si tiene mail y contesta los correos electrónicos.











MAGIA

Por Patricia Lamperti

El sol un sábado a la tarde en Plaza Italia puede remontarte a una tarde de playa porque al encontrarse en un boulevard en el medio de avenida santa fe el viento se arremolina y es más fuerte que el habitual, no hay muchos reparos para los rayos solares al menos que te sientes entre medio de los puestos de libros que se encuentran en el principio de la feria, allí uno puede comprar libros nuevos, usados o intercambiar por lo que necesite, por lo general según Roberto los sábados a la mañana muchos adolescentes van a buscar los libros que le piden en la secundaria, clásicos como Fuenteovejuna, El túnel de Sábato, cuentos de la selva, entre otros. 
Feria de libros en Palermo (FOTO: Lamperti

Roberto tiene 56 años y desde los 20 que está en su puesto y dice que es realmente feliz porque ama los libros y cree que de esta manera evita que muchos terminen en la basura o destrozados, no le importa el calor que siente bajo este puesto de chapa que emana el doble o triple de calor, disfruta de unos mates con sus compañeros sentados cerca del cordón de la vereda y dejando que los visitantes ojeen los libros.
Cerca de Roberto hay un grupo de chicos que duerme en la feria entre los puesto, tienen sus colchones, y así se cubren del sol o de la lluvia. 

Puestos artesanales (FOTO:Lamperti)
La Feria se divide en dos partes , la parte de los libros y una parte que hace muchos años que no estaba funcionando como en los comienzos, que es la parte de los artesanos, están felices de que por fin se vuelva a reinaugurar la feria de Plaza Italia con 15 puestos, un delegado que los representa frente al sistema y por supuesto el compartir cada fin de semana con gente amorosa y amena, es el caso de Noelia, una artesa de 34 años que tiene una sonrisa de oreja a oreja, pelo azabache, lacio, su trabajo se basa en hacer duendes con macilla, su puesto es mágico, de los bordes cuelgan tiras de telas de colores que con el vientos se flamean y parece de un cuento de hadas, dice que la vida de artesana es una elección, que la hace feliz y no lo cambiaría por nada, viaja por todo el país y dice que este trabajo la lleva a conocer muchas personas y almas bondadosas.


Feria de libros usados (FOTO: Lamperti)
Enfrente a la feria se pueden ver bancos de cemento redondos que están pintados por artistas con diferentes motivos, su puede ver a Cortázar, Nini Marshal, y muchos personajes más, es uno de los lugares más característicos de Palermo y sobre todo de la ciudad de Buenos Aires.

INAUGURARON MURALES EN LA FERIA DE PLAZA ITALIA

Por Patricia Lamperti


Funcionarios porteños, entre ellos Horacio Rodríguez Larreta, y cerca de 50 artistas presentaron ayer los murales pintados en los puestos de libros de Plaza Italia. En total, son 56 intervenciones cuyos motivos fueron elegidos por cada uno de los 48 puesteros de Av. Santa Fe y Darregueyra.
Murales de la feria (FOTOS: Lamperti)

Entre los artistas que hicieron las obras están Inés Patrón Costas, que se destaca por sus flores realizadas en acuarelas en varias de sus obras, Magdalena Castilla Sastre y Claudio Roncoli.
Durante el evento Maximiliano Corach, presidente de la comuna 14 del barrio de Palermo dijo el motivo por el cual es tan importante la inauguración de dichos murales “el valor de esta obra para el barrio de Palermo, ya que le cambia la cara a esta zona y la convierte en un lugar mucho más amigable para los vecinos, los turistas y los libreros que trabajan todos los días en este lugar” y agradeció a los artistas que realizaron los murales “por haber convertido esta feria en una obra de arte”.

El jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta sugirió que sería maravilloso tomar esta iniciativa para diferentes puntos de la ciudad de buenos aires para embellecerla y así la gente cuidaría mucho más las calles y se incorporaría la cultura y el arte.

VIVIR FELIZ

Por Patricia Lamperti 

Álvaro es un artesano de ley, tiene 55 años realiza diferentes trabajos como aros, pulseras, collares, anillos  y todo lo consigue el, viaja por nuestro país, por Brasil e incluso por Europa, pule las piedra que utiliza y mientras esta en el puesto siempre está trabajando y lo que le pidas él lo hace, a pesar de ser un artesano viste de lo más formal, hasta tiene gel en el pelo.
Artesanía que realiza Álvaro (FOTO: Lamperti)

Dice que disfruta mucho de este trabajo y ya se está preparando para viajar a la costa atlántica de la Argentina, que por cierto va con otros artesanos con quienes alquilo una casita con pileta y de día caminan toda la playa bajo el sol, que por cierto a veces se les complica porque la arena quema de verdad, pero según Álvaro trabajar con el mar al lado no tiene precio, vive con su esposa e hijos, y dice nunca les falto absolutamente nada, incluso pudo desarrollar su pasión por el ciclismo, que también lo ayudo para poder recorrer diferentes paisajes y encontrar piedras y semillas con las cuales realiza sus artesanías.

Sin embargo el considera que no podría vivir en lugar estable todo el año en invierno se va a Brasil a recolectar lo que necesita para su arte, trabajar  y dejar  casi todo listo lo que va a traer para la primavera - verano para Argentina, vive un tiempo en capital y después parte para las playas. 
Él se compara con sus hijos uno de ellos, Agustina de 30 años es maestra y dice que jamás podría seguir el ritmo de vida de ella,  si bien ella se crio entre artesanos y con este modo de vida, nunca le gusto, ella necesita un lugar fijo, esto de volver siempre a casa y para Álvaro su casa está en las personas que ama y sobre todo con su compañera de la vida Mecha, que siempre lo siguió a todos lados y apoyo su decisión y su pasión.

Álvaro tiene un lema vivir siempre feliz y transmitirlo para que los demás puedan lograr entender que no se necesita mucho para vivir como en el paraíso.



UN CLARO REFLEJO DE LA SOCIEDAD

Por Patricia Costanzo 


Turistas sorprendidos.  No encontraron explicación al vandalismo y la desidia. (FOTO: Costanzo)
Desconcierto y gestos adustos. Es la imagen que devuelven las caras de extranjeros por carteles rotos, calles colmadas de papelitos y botellas vacías en Vuelta de Rocha, La Boca. El asombro se acrecentó  durante el tránsito, por las callecitas empedradas,  por la ausencia  de policías.
Los focos más conflictivos parecen invisibles. Dan la sensación de no existir;  pero están en el centro de las convergencias étnicas que pueblan el centro turístico de la zona sur de la Ciudad.  

Casi sin darse cuenta, invade la desidia. En cada lugar con ribetes atractivos para los visitantes reina la ausencia de un papelero,  faltan restos de una obra de arte o pedazos de un cartel informativo. Es casi una constante, pero en cada espacio emblemático se nota el descuido de aspectos que deberían brillar por su rica y vasta historia. 

Apenas a  50 metros, tras bajar  de un micro,  turistas chinos y alemanes quisieron conocer  (en cuadro informativo) el nombre de las calles y puntos vecinos del lugar en el que desembarcaron para conocer el espíritu del pasado argentino. Sin embargo  se encontraron con la primera sorpresa: el cartel luminoso se asemejaba a un rompecabezas.  Por supuesto que sin las piezas que lo conformaban,  la imagen se transformó en una  faceta  triste alimentada por rasgos de esta sociedad.


La visita siguió por el reconocido  Caminito. Los artesanos completan una escenografía característica del barrio portuario; los extranjeros recorren minuciosamente cada rincón sin perder detalle. Todo parece transcurrir en un plano normal y tranquilo. Algunos, tal vez la mayoría, desconocen el manejo y la disputa entrelazada con “trapitos” y arrebatadores que ponen en riesgo sus integridades.  
Ambos grupos son parecidos, pero  distintos. Unos pujan por una propina establecida (presión violenta mediante) a los automovilistas; los otros tienen incorporado, casi como un arte,  la disciplina de arrancar elementos valiosos y emprender fugas similares   a las películas de acción.
 En ocasiones las riñas entre ellos se teje por el “territorio”, en el lenguaje de la calles el terruño es motivo de peleas violentas para dirimir quien dispone del espacio.

Esas son escenas cotidianas que los turistas, entusiastas por llevar un buen recuerdo, desconocen. En marzo; una batalla, “de las de siempre”,  generó algunos heridos neutrales que solamente tomaban fotografías. 
“Son los de siempre, empezaron a discutir por los metros que le correspondía a cada uno para cuidar los coches (autos). No pensamos que llegaría a tanto, pero cuando vimos que sacaron navajas: guardamos las mercancías  para evitar problemas”, confió  Emmanuel, un pintor de cuadros que fue testigo privilegiado de la revuelta entre “cuida coches”. 

Paradójicamente los riegos y la desidia no disminuyen el turismo en Buenos Aires. Tal vez porque no son promocionados en los paquetes turísticos. Aun así, desde  el Gobierno de la Ciudad elaboran  un plan (sobre ensayo y error) para la erradicación de los “trapitos”.  Quizás ese sea el comienzo para librar a todos de los ataques, robos y “presiones voluntarias”, en conjunción con la reparación de carteles informativos y la limpieza en las calles. 


¿Será es la solución para combatir el vandalismo?, ¿Sé terminarán los robos?, ¿el abandono?  Tal vez sea utópico pensar en una sociedad pura y mansa. El problema real  es la violencia y eso no parece tener limitaciones, menos la posibilidad de extirparla.  

CENTENARIO TODO UN SENTIMIENTO

Por Gabina Lourteig

Los artesanos de la feria  del Parque Centenario tienen algo en común que los une bajo las copas de los frondosos y añejos árboles cuando llegan los fines de semana; y que a través de sus caminos se encuentran para compartir su pasión: la artesanía.

Milton, Haydée y “La Negra” expresaron el mismo deseo cuando se les preguntó qué harían de sus vidas si el tiempo retrocediera. Los tres –sin pensarlo demasiado- respondieron con rapidez que volverían a elegir ser artesanos como forma de vida, y a Centenario como lugar de pertenencia.
Solidaridad y unión siempre fueron los ingredientes naturales de la esencia que habita en esa feria. Las despedidas y reencuentros siempre fueron muy emotivos, pero el cuidarse entre todos es la base fundamental de sus lazos.
Cuando ocurrió el accidente de Silvanita –artesana en madera- todos acudieron a su puesto hasta que la pudieron trasladar al Hospital Durand, donde estuvo internada por más de un mes y acompañada por sus compañeros que -con preocupación- fueron a visitarla mientras transitaba su recuperación.
Cuando se incendió el camión de Milo, que es el encargado de guardar las mercaderías allí, todos colaboraron con una colecta para ayudar a los más afectados que lo habían perdido todo y de esa forma darles apoyo para que vuelvan a empezar.
Parque Centenario (Foto: Lourteig)
Cuando Milton –artesano en alpaca- decidió ir a probar suerte a Venezuela, todos lo despidieron con los mejores deseos, pero él nunca dejó de tener contacto con sus compañeros y amigos de Centenario, y meses más tarde los emocionó con la noticia de que iba a ser papá. Y pese a que las playas caribeñas son atractivas para favorecer el turismo y así su labor artesanal, Milton decidió volver con su mujer y su hijo ya nacido para ocupar nuevamente ese lugar que dejó en el parque Centenario, rodeado del afecto de sus amigos que aguardaron ansiosos su llegada para conocer a Ciro, su pequeño heredero venezolano.
Haydée –la titiritera- viajó mucho en sus comienzos por las diferentes ferias del país, pero en el momento de tirar anclas, eligió el Parque Centenario para estar conectada con la naturaleza. En la actualidad ni piensa en hacer intercambio algún fin de semana para otra feria, porque no cambia los mates que comparte con sus compañeros por la soledad en algún puesto de otra feria del sistema. La energía está en Centenario, entre los artesanos que tienen buena vibra, es una conjunción de diversas energías donde emerge sólo una que los une positivamente a todos.
Parque Centenario     (Foto: Lourteig)

“La Negra”, definitivamente echó raíces junto a los centenarios árboles del parque. Vivió muchas experiencias, en las malas tuvo el apoyo de quienes realmente la quieren y eso la fortaleció para seguir su lucha en el parque, donde muchas veces tiene que hacer valer su derecho y el de sus compañeros artesanos para que sean respetados en sus lugares de trabajo, donde se ganan la vida con dignidad y va tejiendo redes de amistad y camaradería con sus pares cada fin de semana que pasa a lo largo de tantos años que transita ese césped, esos pasillos, esos dorados otoños, esos inviernos fríos, húmedos y lluviosos, esas primaveras ventosas y esos veranos insoportablemente calientes.

La feria de Centenario es única, como lo es la pieza de cada artesanía de cada artesano. A veces parece que están dispersos, pero si tocan a uno, tocan a todos y eso se nota cuando se unen en un solo frente y batallan contra alguna injusticia que les depara el destino.

domingo, 17 de noviembre de 2013

LA PLAZA DE COLOR GRIS

Por Alejandra Rube


 Vista a la Facultad de Medicina (Foto: RUBE)
Tránsito intenso, ruidos, grupos de estudiantes a toda hora, skaters volando entre sus paredes de cemento o partidos políticos haciendo propaganda. La Plaza Houssay, fue llamada así para homenajear al primer premio Nobel científico argentino quien tiene una estatua allí en su honor, y es concebida por vecinos y arquitectos  como una plaza seca y gris. 
 Cuenta con dos grandes espacios de cemento con bancos del mismo material en su perímetro, destinados al descanso y a la circulación de grandes volúmenes de personas, incluyendo a alumnos de las tres facultades públicas cercanas que recorren todos los días la zona, Medicina y las dos sedes de Ciencias Económicas, además del Hospital de Clínicas. 

Así, la plaza posee una serie de escalones y desniveles que permiten el acceso de vehículos por la calle Uriburu y la Avenida Córdoba, con la intención de evitar todo lo posible el estorbo al tránsito de ambas arterias, de gran movimiento cotidiano. 

Mates como souvenir y para usar (Foto:blog de artesanos)
La feria de artesanos no podía estar ausente, y si se transita por la avenida Córdoba se puede observar el paseo de aproximandamente veinte puestos que funcionan de lunes a viernes de 10 a 18 horas. 
Tejidos, sombreros, mates, macramé, cuero, regalaría y ropa para bebés se puede conseguir en la feria, que antes según Adolfo, coordinador y dueño de un puesto de bijouterie: “Hace siete años era más fea”. Contaba que se hicieron varias modificaciones en la plaza, como la colocación de dos fuentes y un poco más de árboles pero que todavía hay gente que va a dormir allí o por sus alrededores. “Lo último nuevo fue el sector de bicicletas”, dijo el artesano. Y es precisamente en la esquina de Córdoba y Uriburu, donde dos chicas, Brenda y Natalia, atienden una de las estaciones del programa Eco bici, impulsado por el gobierno porteño. “Esto es gratis, por lo tanto hacemos 200 préstamos diarios mayormente a estudiantes”, señala Brenda.
Antes de la plaza que conocemos actualmente, en esta manzana delimitada por Córdoba, Junín, Paraguay y Uriburu, en el barrio de Recoleta, se encontraba el viejo Hospital de Clínicas. En ese edificio, funcionó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) entre 1973 y 1975.

Houssay y la Capilla (Foto:RUBE)
 La plaza, que hoy tiene la herramienta del wi-fi,  fue inaugurada en el año 1980, sin pensar en crear un espacio verde sino simplemente en establecer en sus subsuelos un gran garage que hasta hoy es utilizado con frecuencia. 
Lo que se preserva es la capilla, hoy llamada parroquia San Lucas donde se realizan cada vez menos misas, por la inseguridad, según relataban dos fieles que salían del lugar. 
Hay que destacar que durante el día, la plaza es visitada por cientos de estudiantes de las facultades vecinas, oficinistas de paso y skaters, que aprovechan el cemento para hacer sus piruetas. Sebastián es uno de los adolescentes que asiste para andar en skate, y dice que: “Durante la semana somos unos cuantos, pero los fines de semana hay miles de chicos que vienen”. 

Egresados de Farmacia festejando el fin de ciclo (Foto: RUBE)
Es que de alguna manera la plaza simboliza ese espacio de recreación y libertad de expresión, porque todos los años es utilizada como escenario de fin de etapas universitarias, donde egresados le dan el sello final en el famoso “huevódromo”, o festejando con maratones pobladas de colores y al ritmo de cánticos festivos. 

Si se la recorre con atención, se puede ver que hay un sitio de homenaje de placas a docentes y estudiantes desaparecidos durante la última dictadura, que fue inaugurado en el 2007 junto a otras reformas como la iluminación.  

Generaciones de estudiantes pueden relatar muchísimas anécdotas vividas en este territorio que, además de poseer la feria artesanal o mal llamada “feria hippie”, cuenta con algo indispensable para la zona desde 1983: una feria de libros usados (de martes a domingos), que por supuesto, responden a las temáticas de las carreras que se cursan en sus alrededores.

Se trata de un espacio libre, abierto, fácil de llegar gracias a la conexión de la línea del subte D de la Facultad de Medicina y diversas líneas de colectivos, funcionando así como un lugar no sólo de paso sino de encuentros, horas de estudio, descanso y entretenimiento.
 Un lugar donde lo intelectual se hace presente, pero donde también se seguirán forjando relaciones, discusiones, debates y todo tipo de expresiones culturales que hacen  a la historia de una parte de la ciudad porteña. 







lunes, 11 de noviembre de 2013

LA FÁBRICA DE HACER TÍTERES

Por Gabina Lourteig

Títeres de varilla                                         (Foto: Lourteig)
Haydée  es artesana y hace títeres que vende en su puesto en la feria del Parque Centenario. Estos coloridos muñecos están tallados en goma espuma, y su talladora utiliza dos técnicas, la de guante y de varilla.

¿Cómo fueron tus comienzos en el oficio?
El mundo de Haydée                              (Foto: Lourteig)
En realidad estudiaba en la escuela para titiritera, hice los dos años en Avellaneda y justo cuando terminé la escuela empecé a viajar y era una cosa muy copada y muy noble que me permitía viajar. Aprendí a hacer artesanías y con eso te movilizabas de un lugar a otro, eso y un poco también las funciones. Nació un poco de eso, del  viajar para mantenerse.

¿Cuándo empezaste con este emprendimiento?
En el ‘95 terminé la escuela de títeres y empecé a viajar. Igual un poco tiene que ver con mi vida porque muchos años antes, cuando tenía 16 años, mi vieja estudiaba Bellas Artes entonces tenía varios amigos que eran artesanos y me habían enseñado algo. Yo ya sabía hacer “arbolitos de la vida”, lo primero que hice fueron caleidoscopios, cosas que una va aprendiendo y que te gusta, y esa fue la primera incursión. Pero después, tendría 20 años cuando comencé a viajar y realmente lo empecé a hacer, esto de fabricar mis títeres, no sólo para usarlos en las actuaciones sino que los hacía para venderlos y eso me costó un huevo, porque una cosa que vos creaste y después te tenés que desprender, cuesta,  la verdad que me costó un montón hasta que me acostumbré y se convirtió en vivir de esto.

Entonces los títeres ¿eran para vender o para las funciones?
Hacía las funciones con mis muñecos y tenía un paño chiquito de 10 ó 15 títeres para vender y estaba con el padre de mi hija que trabajaba con alambre y con eso viajábamos, vendíamos y a veces hacía funciones también.

¿Cuándo decidiste dejar de viajar para ubicarte en una feria?
Títeres en Parque Centenario                      (Foto: Lourteig)
La verdad que acá en Buenos Aires no me gustaba, no lo veía como para mí…viste que cuando viajás, te gusta viajar y no te gusta estar en la ciudad. Hubo mucho tiempo en que esto estaba parado, el tema de los ingresos a las ferias, que se abra la fiscalización para los ingresos. Yo me anoté en el ’96 y en el 2000 me llaman, estando en Neuquén que había ingresado y que tenía que presentarme para elegir la feria en la que quería ingresar. En ese momento las ferias de ingreso eran Centenario, Plaza Italia, Parque Lezama, Houssay y Caminito (jueves y viernes).
  
¿Elegiste Parque Centenario?
Títeres de guante                                          (Foto: Lourteig)
Y si, mucho no me gustaba el tema de la ciudad, pero me dije que si tengo que estar en la ciudad voy a elegir un parque que tenga verde, que sea lindo. Los demás lugares, salvo Lezama –que es un parque lindo pero está como muy muerto, no tiene la misma vida que hay acá- en ese momento, bueno…y ahora también. Entonces elegí Centenario y en el 2000 se hacen los ingresos, me llaman por teléfono y tuve que volver de un encuentro en Neuquén donde estaba trabajando de artesana y vine, me presenté e ingresé. Fueron tiempos difíciles. El 2000 fue un año difícil donde llegué a replantearme si me quedaba o me iba. Pasaron casi dos años de irme a mi casa sin haber abierto caja, de estar hacinada en esta feria que en esa época era mucho más grande y me tocaba el peor lugar, al final, adelante del choripanero.

Para grandes y chicos                                 (Foto: Lourteig)
¿Estabas mezclada con una feria paralela?
Sí, pero esa paralela era distinta, era una paralela de artesanos y no era tan grande como la última que hubo antes del último enrejado que hicieron este año. Era respetable, muy diferente a lo que vino después.

¿Alternabas con otro laburo como para tener un ingreso extra?
Siempre me manejé con los viajes y así fue creciendo mi producción, en cada viaje. Ya era artesana antes de ingresar.

¿Das talleres en escuelas o instituciones o clases a alumnos como para sumar otra entrada?
No, alumnos no. Talleres he dado para eventos que armamos acá en el parque, o para amigos, o para cumpleaños o escuelas que te piden, pero indiscriminado, por ahí me cruzo a una maestra que me pide si puedo ir para dar taller y si hay onda, voy. Pero no quiere decir que me dedique en hacer talleres o vivir de ellos. Puedo cobrarlos o no, por ejemplo hice un taller para chicos discapacitados y no lo cobré y lo hice en una escuela recheta de Palermo que la mina me quiso pagar y lo cobré; todo depende. Para mí el trabajo pasa por ese lado, uno sabe cuando lo tiene que cobrar y cuando uno lo tiene que hacer porque lo tiene que hacer, porque es dar algo a alguien que lo necesita y que no pasa por el dinero.

¿Tuviste dudas para seguir trabajando de la artesanía?
Dudas con respecto a mi trabajo nunca tuve. Ya hace 18 años que vivo de los títeres. Sí la pasé mal con el tema de la paralela, ahí pensé que tenía que buscarme otra cosa y no era por una cuestión de competencia, era porque la feria era tan grande, que la gente no llegaba a ver lo mío. Nosotros estábamos escondidos acá, fue terrible lo que pasaba.

¿Cómo organizás tu semana para armar tu paño, tu producción y cómo son tus ventas?
El tema de las ventas es una lotería. Ahora que el parque está mejorado las ventas cambiaron y el público volvió a acercarse. Hubo un tiempo en que los vecinos no querían venir por el estado en el que estaba el parque. Lo de vender más un sábado que un domingo es relativo porque a lo mejor un sábado no hay nadie y vendo un montón porque por ahí viene una gente exclusivamente para comprar, y el domingo está lleno de gente y vendés hasta ahí, porque están todos paseando también. No se puede medir. Y con respecto a cómo me organizo, el lunes, martes y miércoles tallo, el jueves pinto y el viernes visto y el sábado vengo a la feria. Toda mi producción la hago yo, a mano, con tijeras, no uso máquinas.

¿Tenés que reponer mucho o tenés en stock?
Los títeres de Haydée                             (Foto: Lourteig)
Ahora estoy laburando bastante porque de estar tantos años en la feria tengo clientes y cuando caen, te dicen: “necesito esto, esto y esto” y te descontrolan todo; repongo como puedo, pero para crear me falta tiempo, no puedo hacer todo. En general trato de reponer de una semana a la otra lo que vendí y si puedo, un poco más. Y si tengo la suerte de vender todo, y bueno, me quedaré dos semanas laburando hasta completar el paño. No tengo un stock enorme y saco de ahí cuando hay un faltante.

Tus títeres ¿atraen más a los chicos o los grandes?

En general mi público es variado. Tengo mitad y mitad, adultos y niños. Tuve que cambiar también porque al principio sólo hacía para adultos, por una cuestión de estilo, y tuve que incorporar animales para atraer también a los chicos más chicos. Pero siempre tuve un público desde los 8 años hasta los 50. Lo que expongo aquí son títeres de guante y varilla, pero a pedido te hago títeres gigantes, marotes (que te metés adentro), marionetas, pero no los traigo a la feria, sí he traído títeres de mesa.

¿Hacés seguido intercambio en otras ferias?
Hace cuatro años que no me voy de intercambio, tal vez sea que aquí estoy cómoda, tengo como cierto sentido de pertenencia, no tengo ganas de irme de intercambio. El intercambio implica llevarte tus cosas a otra feria y no saber donde dejarlas y sobre todo no tener a tus amigos, tus compañeros, acá no son sólo los que están al lado, vos llegás y te saludás con todo el mundo, tomás mate acá, tomás mate allá. Eso en otra feria no lo vivo.

¿Harías artesanías y títeres si las agujas del reloj retrocedieran?
Sí, haría exactamente lo mismo, porque es lo que me gusta.



ENTREVISTA COMUNA 2


Por Patricia Lamperti 


El licenciado Facundo Carrillo es el Presidente de la junta comunal número 2 ubicado en la calle José Evaristo Uriburu 1022 del barrio de recoleta de la ciudad de Buenos aires, tiene 31 años y es nieto del sanitarista más relevante de la Argentina, Ramón Carrillo y respondió algunas preguntas referidas a la feria de Plaza Francia
Comuna del barrio de Recoleta (Foto: Lamperti)


- ¿Está solucionado el conflicto entre los artesanos y el subte H? 
No hubo conflicto porque se reasignó lugares para todos los artesanos.

- ¿Cómo fue la reducción del espacio verde?
No hubo reducción de espacio verde, se redistribuyó dentro de Plaza Francia.

- ¿Los vecinos conviven perfectamente con los artesanos?
La mayoría de los vecinos apoyan la feria pero critican su orden y estado que queda luego de cada fin de semana.

- ¿Hay baños químicos en la feria?
Facundo Carrillo en su despacho (Foto: Lamperti)
No hay baños químicos, estamos pensando un sistema que funcione, ya que los baños fijos en plazas no han dado buen resultado, suelen ser vandalizados rápidamente.

- ¿Quién es el responsable dentro de la comuna 2 de la Feria de Plaza Francia?
Las ferias es una competencia de la Dirección General de Ferias y Mercados. La comuna se encarga sólo de la plaza. La relación con esta dirección general la lleva el presidente.

domingo, 10 de noviembre de 2013

MIXTURA DE SENTIDOS


Por Alejandra Rube

Pensar en un parque es pensar en espacios grandes, con muchos árboles, el color verde que prima en cada rincón y juegos de esparcimiento.
 Al asistir al Parque Lezama lo primero que se puede observar es la gran cantidad de puestos de los feriantes, de los cuales algunos están sobre las veredas y otros dentro del parque. 
Paseo de la feria en el Parque Lezama  (Foto: Rube) 

La concepción de “feria artesanal” aquí es diferente, al menos eso sucede en la actualidad. La artesanía está ausente, algo que sorprende ya que hace más de diez años atrás la feria tenía otro aspecto en cuanto a la venta de productos. Venta de ropa, zapatos, accesorios para los más chicos, y hasta algún que otro rebusque: arreglos de bicicletas, por ejemplo. 
El viento de esa tarde de sábado anunciaba un mal tiempo para los próximos minutos, por lo que un feriante decía: “Recién perdí una venta por estar levantando mis cosas para irme”, contaba a otro compañero. 

Encontrar algún mate grabado, una pintura, un cuadro, era imposible en un panorama de “feria americana”, donde los precios son bastante accesibles para todo tipo de público.
Un turista de Montevideo, Uruguay dijo al respecto que: “No hay mucho para destacar, es una feria barrial como muchas, con algunos precios convenientes. Es para pasar un rato si se vuelve de visitar Caminito/La Boca hacia el Microcentro”. 

Uno de los monumentos que se sitúan en el parque (Foto: Rube)
Por otra parte, las tensiones de agrupaciones de vecinos de San Telmo con el Gobierno de la Ciudad, se plasman en carteles escritos con aerosoles y también en los monumentos, dan el mensaje de que están en contra del enrejado que se tiene planificado para este parque con el fin de terminar con la inseguridad. 
En ese marco, la Asociación Civil Mirador del Lezama intenta concientizar respecto a su valor patrimonial y a la necesidad de recuperarlo como lugar de paseo para los habitantes porteños. “Este no es un parque cualquiera, ya que es uno de los dos parques en barranca de la Ciudad. Es un monumento histórico nacional por título de honor pero, lamentablemente, esto no ha servido para protegerlo en la práctica”, comentó Graciela Fernández, integrante de la organización.

¿Dónde estará el banco? (Foto: Rube)
Otro de los sectores más interesantes del parque, es el Museo Histórico Nacional, el cual se encuentran en buen estado, y en donde esa noche abrirían a todo el público por el evento de “La noche de los museos”. 
Mientras un grupo de turistas estaba recorriendo el lugar junto a una guía turística, familias se entretenían en los juegos que dispone el parque, así como su calesita que está cercana a la cancha de bochas vacía. 
La falta de mantención se ve en ciertos sectores que no cuentan con pasto, casi no hay bancos de los antiguos, sólo se disfruta de la vista de las grandes palmeras que decoran y dan vida al parque. 


A lo lejos la feria, en el parque poco césped (Foto: Rube)
Las lomadas del territorio son llamativas y desafiantes que invitan a querer subir y descubrir. Lo cierto, es que la desolación, el desamparo y la tristeza se asoman en esta tierra abatida casi sin vida, con sus monumentos gloriosos que son visitados por aquellas personas que no tienen lugar para vivir a hacer sus siestas eternas, mientras los visitantes pasan por al lado con indiferencia. 


domingo, 3 de noviembre de 2013

ESPACIO PÚBLICO, LIBRE DE REJAS

Por Alejandra Rube


Ante  medidas que tomó el Gobierno de la Ciudad sobre los espacios públicos, vecinos de San Telmo defienden a través de una Asamblea al Parque Lezama de que sea enrejado. 

En defensa del parque (Foto: facebook de los asambleístas)
Desde hace tiempo, el parque ha tenido inconvenientes en su territorio como la falta de mantención en sus senderos, parquizado y monumentos. Uno de ellos fue la destrucción del basamento del Monumento a la Cordialidad (realizado en bronce) donada por el Uruguay en 1936, al conmemorarse el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires, se denunció que parte del revestimiento fue robado probablemente para su venta como material bruto. En ese momento el Gobierno de la Ciudad quiso realizar el desmantelamiento del monumento, pero los vecinos del barrio se opusieron porque pedían la restauración y no el traslado. 

Es así como surgió la Asamblea del Parque Lezama, no sólo por la defensa de los monumentos sino por el espacio libre de rejas. Los vecinos que la integran hacen todo lo posible para conservar este parque sin enrejar, mediante festivales, cortes de calle y diversos eventos donde se hacen escuchar. 
Pero la situación de las rejas no es algo nuevo en este sitio, ya que hasta 1931 había una reja que rodeaba al predio y era herencia de los tiempos de José Lezama, fue demolida por orden del intendente José Guerrico, y así el parque quedó abierto al público de forma permanente. Aunque luego hacia fines de 1990, comenzaron nuevas propuestas para volver a cercar el parque, una costumbre que se extendió en Buenos Aires por esos años debido a la falta de seguridad y vandalismo que se empezaban a hacer presentes en los espacios abiertos. 
El parque Lezama es uno de los paseos tradicionales que hay en la Ciudad de Buenos Aires y se sitúa en el barrio de San Telmo, delimitado por las calles Defensa y Brasil y las avenidas Martín García y Paseo Colón. 

Los rumores en la actualidad, es que este enorme espacio verde sería uno de los próximos en enrejar. Así a través de la Asamblea, los vecinos comenzaron dos proyectos: la creación de un mapa que muestra zonas en conflicto sobre los espacios públicos y condiciones habitacionales y un proyecto de ley propio para “la puesta en valor” del parque.

El proyecto titulado 2075-P-2013, consta de siete artículos y se germinó bajo el lema “no a las rejas”,  sobre él constituyó las bases para una “puesta en valor integral” de manera co participativa entre Estado y vecinos. En el primer artículo plantean la declaración del Parque como área de planificación y gestión co-participativa. Varios meses antes de presentar el proyecto, la organización vecinal había logrado recolectar la firma de 32 legisladores que expresaban su oposición al enrejado y el voto unánime de los Consejos Consultivos de las Comunas 1 y 4 en contra de la medida dispuesta por el Ejecutivo de la Ciudad. 

Por eso, la Asamblea convoca  a vecinos y organizaciones a que participen de la construcción del mapa. En el mapa (que sigue en construcción) se distinguen tres áreas principales con colores, al Centro, al Este y al Sur. Otro color por el lado del Río de la Plata y otro más al Suroeste, del lado de Barracas, cerca del Riachuelo Matanza. Cada uno de ellos indica el espacio sobre el que avanza el reordenamiento urbano del cual los asambleístas no están de acuerdo. 

También, proponen la creación de un plenario abierto y vinculante para elaborar un Plan de Manejo que deberá contemplar diversos aspectos: obras y mantenimiento del espacio verde, alumbrado, patrimonio natural, histórico, arquitectónico y cultural, entre otras cuestiones, donde participen el Estado –mediante sus ministerios– y organizaciones barriales y vecinos. La elaboración de un plan de seguridad y vigilancia a través de placeros y guardianes, es otro de los puntos.

Además de los festivales y eventos organizados en el parque, la Asamblea hace un programa de radio que se llama “Espantarejas” por fmriachuelo.com.ar todos los sábados a las 13 horas, en donde tratan sobre los proyectos en torno al parque y los barrios, y todas las problemáticas de las diferentes comunas a través de entrevistas e invitados.
 “Las rejas hoy traen muchos perjuicios para quienes habitamos el Parque y no queremos encontrarnos con un paredón de hierro, ni queremos estar encerrados”, aseguraron los asambleístas del parque. 






EL ORGULLO DE SER ARTESANA

Por Gabina Lourteig

Bajo los inmensos árboles del Parque Centenario se filtran los rayos del sol en la figura de Silvia –delegada del Parque Centenario- a quienes algunos la llaman con cariño “La Negra”.

Detrás de su puesto La Negra acomoda la ropa que exhibe todos los fines de semana: blusas, vestidos, pantalones y polleras de diversos colores hechas con la técnica del batik javanés, que es el modo en que la tela es atada con nudos y con un laborioso proceso de teñido pasa de un color a otro. Ella corta, cose, tiñe y por supuesto es vendedora de su producción.                                                                                           
Batik Javanés                                         (Foto: Lourteig)
Sus inicios en la artesanía comenzaron junto a su hermana en la década del ‘80 -siempre en el rubro tela- y sus primeros pasos los dio en Salta, Rosario, Córdoba y partidos de la Costa como San Bernardo y Villa Gesell. Aquí en Capital Federal armó en el Parque Chacabuco, una feria que ya no existe, y definitivamente en 1984 se instaló hasta el día de hoy en la feria artesanal del Parque Centenario, una especie de segundo hogar. Es su lugar de pertenencia, hace 22 años que Silvia se postula en las elecciones para delegados y siempre fue votada por sus compañeros.
Su larga cabellera azabache hace juego con sus oscuros y penetrantes ojos que miran hacia arriba en el momento que evoca aquellas épocas de juventud y recuerda: “Cuando se inauguró esta feria éramos 330 puestos, éramos muchos y entonces se elegían delegados por sectores y después se hacían listas: la lista colorada, la lista naranja, la lista verde, así era hace mucho tiempo”. 
Silvia “La Negra” es como una suerte de institución dentro de la feria, cualquier consulta o reclamo indefectiblemente llega a ella. Un puestero se acerca a la delegada y le pregunta si dentro de las ferias del sistema ella conoce a algún compañero artesano que haga tallado de monograma en cristal para recomendar y Silvia, se hamaca en su reposera mientras piensa y rápidamente le dice a su colega que pregunte en el puesto de la persona que hace vidrio soplado. “Gracias” le contesta el artesano y se retira con rumbo al puesto encomendado.
El tema de conversación se ancló en torno al tipo de encuadre que tuvo la feria artesanal en el parque durante los comienzos de su apertura y sobre la relación con los vecinos del barrio. Su alma mater, mientras mira si se acerca algún cliente a su puesto, contestó: “cuando se inauguró la feria fue muy lindo porque estábamos en épocas de democracia y entonces los vecinos tomaron de buena onda ver la feria, ‘los hippies’ como nos decían…y hubo una buena aceptación de parte de ellos. Y con el gobierno también había una relación –aunque nos miraban como bichos raros- pero no tan fluida como en gobiernos posteriores”.
Variedad de colores en soleras                  (Foto: Lourteig)
En agosto de 1992, cuando la ciudad de Buenos Aires todavía no era autónoma y su intendente Carlos Grosso gestionaba, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires sancionó la ordenanza Nº 46075 que fue promulgada en julio de 1993. Dicha ordenanza declara de interés municipal la actividad artesanal en la ciudad de Buenos Aires. Toda esta reglamentación surge de la lucha de los artesanos en defensa de sus derechos, donde Silvia en aquel entonces ya formaba parte del cuerpo de delegados. Lejos de tener un sindicato o una obra social, los trabajadores de la artesanía -mediante la ordenanza N° 46075- consiguieron articular con la parte de Cultura de la ciudad de Buenos Aires los permisos para armar sus puestos en cada feria del sistema, darle un marco legal a sus representantes delegados de interferias, realizar los intercambios y crear una comisión técnica para cuando se efectúen los ingresos nuevos que se hacen una vez por año.
Largo y movido es el camino recorrido por La Negra. La artesanía es cultura y está atravesada por la política, y las diferentes controversias son el motor que la moviliza para defender las fuentes de trabajo de todos los que la eligieron y del suyo mismo.
2008-Lucha de artesanos por seguir en Cultura (archivo "Latidos del Tiempo")

En el año 2008 todo el sistema de ferias artesanales tuvo un serio conflicto con el actual Gobierno de la Ciudad de Mauricio Macri (que todavía sigue en suspenso), cuando deciden sacarlos de Cultura para ponerlos bajo el área de Ferias y Mercados. Muy seria en su pensamiento, Silvia evoca aquellos momentos en que la unidad de las ferias fue el eje para sus protestas y marchas en defensa de sus conquistas y sus convicciones y dijo: “El gobierno de Macri fue el peor gobierno que tuvimos a nivel de lo que tiene que ver con las ferias, a nivel de todas las áreas, en todos los órdenes, pero de lo que yo hablo específicamente es de la feria artesanal”. La Negra con su ceño fruncido agregó: “Fue uno de los peores gobiernos, pasamos situaciones bastante complejas, tal es así que tuvimos que poner un abogado. La causa judicial sigue porque ellos nos sacaron de Cultura y nos pasaron a Espacios Públicos”. Silvia, mujer aguerrida y enérgica, manifestó: “Eso se sigue peleando, sigue por otras vías, pero después de tanta presión lo que se ha logrado desde el  sistema de ferias y sobre todo la del Parque Centenario es que nos escuchen y nos respeten, cosa que no lo hacían”.
La Reja del Arte, una forma de protesta           (Foto: archivo)

La pregunta que no podía faltar para hacerle a la Delegada del Parque Centenario fue sobre las tan cuestionadas rejas, ella esbozó una sonrisa y contestó: La feria nunca estuvo de acuerdo con las rejas del parque, hemos presentado notas en todas las áreas, desde cultura, legislatura, defensoría y todos nos contestaron que no se podía hacer nada porque las rejas se iban a colocar igual y debido a eso, fue que en la asamblea nuestra se decidió que si se colocaban las rejas había que hacer un seguimiento con lo que tenía que ver con la obra y con lo que tenía que ver con la feria en sí, que no fuera perjudicada por esta famosa obra que hicieron”. En esta ocasión Silvia se refirió al último enrejado que se hizo este verano, exactamente el 28 de enero de 2013 y por decisión en asamblea con los compañeros no armaron hasta la reapertura del Parque Centenario que duró más de un mes. Pero La Negra recordó con orgullo la original protesta que realizó su feria cuando se impuso y se puso la primera reja: “Nosotros empezamos a hacer la ‘Reja del Arte’ hace muchos años cuando colocaron la primera reja que era en el primer óvalo del parque que es donde está el lago del Parque Centenario. A partir de ahí nosotros hicimos como una forma de cultura y protesta hacer la ‘Reja del Arte’ para demostrar que no estábamos de acuerdo con las rejas que se habían colocado”.
Público en la feria del Pque.Centenario       (Gentileza: Pablo)

Mientras transcurría la tarde que invitaba a tomar unos mates con las generosas porciones de torta de manzana, de ricota, de dulce de leche, o pasta frola de batata o membrillo que vende Marta durante la caída del sol de cada fin de semana, se acercan al puesto de Silvia sus compañeros Gustavo, Milton y Lucho para pedirle la pelota que ella, maternalmente les guarda para que jueguen al fútbol-tenis detrás de sus puestos y sin hacer lío mientras se entretienen a la espera de alguna venta. Tras la simpática y familiar escena la consulta a la delegada fue el por qué se cataloga a la feria de Parque Centenario como combativa, a La Negra se le suavizó la mirada y asintió: “Yo creo que la feria tiene una esencia especial. Nosotros, al principio no éramos una feria  de ingreso, éramos una feria de pases y después se convirtió en feria de ingreso y creo que eso nos benefició”, con la mirada apuntando hacia sus amigos que estaban jugando, prosiguió: “es mi opinión pero creo que es porque entran artesanos jóvenes, con ganas de hacer cosas, con buenas ideas, con crecimiento, con ganas de hacer crecer la cultura que tiene que ver con lo nuestro, lo artesanal y eso es lo que hace que seamos como más combativos, no es fácil enfrentarse con nosotros en algo que nosotros tenemos muy claro cuando lo peleamos y por qué lo peleamos”.
Este año se realizó la inscripción y fiscalización de nuevos aspirantes a las ferias artesanales del sistema que hace unos días atrás finalizó, y por supuesto que contó con la presencia de Silvia “La Negra” como delegada de la feria de Parque Centenario y nos cuenta que en los próximos días van a recibir a 60 ingresantes nuevos, lo expresa con alegría porque con el tema de las ferias paralelas ellos quedaron invisibilizados por mucho tiempo, motivo por el cual varios compañeros se fueron de Centenario y ante esa situación la feria se achicó bastante.
Paseo de fin de semana P.Centenario          (Gentileza: Pablo)

 En resumidas cuentas Silvia indicó que “después de algunos arreglos en el parque y de la feria en sí también empezó como a florecer de vuelta nuestra feria, estábamos muy tapados por otra gente que vendían productos que no eran artesanías y pudimos reflotar nuevamente”. Además de crecer con la nueva camada de artesanos, esta feria artesanal del Parque Centenario recibe todos los fines de semana a invitados locales, del interior y ocasionalmente algún extranjero y La Negra se ocupa de que todos tengan un lugar: “Como consigna de la feria tratamos de no dejar a nadie afuera, si se ocupan todos los puestos asignados para invitados, llamamos a los compañeros que no armaron para preguntarles si vienen y si confirman que ese día no vienen, ubicamos al invitado en esos puestos libres, sino también, llegado el caso que nos supere la cantidad de permisionarios más invitados hacemos armar el puesto”.
Silvia ya pasó la barrera de los 40 años y más de la mitad de su trayecto lo dedicó con alma y vida a construir este proyecto colectivo en la feria que le dio alegrías y dolores de cabeza, una feria que le ofreció la solidaridad de sus compañeros en momentos difíciles ante la pérdida de su hermana, una feria artesanal que le permite vivir de su trabajo y que le brinda más amigos que enemigos y sobre todo el  afianzamiento de su empuje que fortalece día a día hace más de dos décadas.
El puesto de La Negra                                    (Foto: Lourteig)

 Ante todo eso, el planteo a Silvia fue en un supuesto de volver el tiempo hacia atrás: -¿elegirías la artesanía como forma de vida? Con un quiebre en la voz, La Negra contestó: “Sí, toda la vida. Yo la elegiría una y mil veces más porque la feria es parte de mi vida, porque tenés un contacto con la gente totalmente distinto al que podés llegar a tener en cualquier otro trabajo. Las cosas las vivís más en carne propia”, Silvia “La Negra” se dejó ganar por el sentimiento de la emoción y reveló: “Para mí es todo la feria, yo estoy muy orgullosa de mi feria, muy contenta de mis compañeros, de cada uno de ellos, de una manera o de otra cada uno de ellos han participado, siempre están y en los momentos más jodidos sea de la feria o de algún compañero que necesita algo, la feria siempre se pone de pie y ante eso no hay con qué darle, la voy a elegir siempre”.