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lunes, 7 de octubre de 2013

UNA MANERA DE VIVIR

Por Alejandra Rube 


La cultura a través del batik (FOTO: Alejandra Rube)
“Algo que no está hecho a mano no es artesanal, el material se tiene que transformar”, así lo definió la docente y psicóloga, Susana Anuncio, quien además está ligada al mundo de la artesanía. Desde hace 13 años que expone en la feria de la plaza Alvear, en el barrio de porteño de Recoleta. Su puesto se caracteriza por tener los batiks, una técnica para pintar que en general se prepara en una proporción de 30% de cera de abeja (más elástica y flexible) y 70% de parafina (más quebradiza).


Susana mostró sus cuadros con motivos urbanos, norteños, cultura nativa, recreaciones, señaladores y pequeñas tarjetas. Los colores y diseños de los batiks llamaban la atención de todo de aquel que pasara. Y no era para menos porque el tiempo y esfuerzo se expresaban en cada pintura que quizás se colgaría en una casa, o inclusive en locales. 

Entre las avenidas Pueyrredón y Del Libertador, la feria de la plaza Intendente Alvear estaba repleta de jóvenes tirados en el pasto, que miraban a algún grupo musical, como así también de muchas familias y decenas de turistas que caminaban y compraban los objetos que se vendían en cada puesto. 

Con mate en mano, un alfajor de maizena sobre la mesa, y atenta a todo aquel que pasara a preguntar por los batiks, Susana Anuncio contó acerca del conflicto que hubo sobre la construcción de la boca del subte H. Cuando los artesanos fueron trasladados de plaza Francia a la de Alvear, se decidió crear otro recinto con lo cual se recuperó un nuevo espacio verde que los vecinos de Recoleta defendieron desde hace tiempo. Aunque eso ya pasó, hoy tienen otro conflicto: no cuenta con delegados que se comprometan a representar a la feria porque no hay ninguno que se presente ante la Asamblea. “La Defensoría no acepta a los delegamos provisorios” dijo Anuncio.

Claro que el clima cobra un valor de suma importancia en este tipo de actividades, y así se mostró el día sábado con un sol radiante, temperatura primaveral, que invitaba a pasear y disfrutar de todo lo que ofrece la ciudad, y especial en ese terreno declive donde se encuentra las ferias que son dos: la que está dentro del sistema de fiscalización y la paralela que hoy día cuentan con la legalización del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 

Hay que destacar que en esta plaza, la gran cantidad de turistas que paseaban por toda la feria tuvieron el privilegio de apreciar el arte que decoraba el ambiente. Por ejemplo, una pareja de brasileños se mostraron interesados por uno de los cuadros de Susana. Su suerte cambió de lado ya que durante el comienzo de la tarde no había logrado vender ningún artículo.

Las temáticas de los puestos son diferentes y cada lugar es sumamente estratégico. Ninguno de los artesanos se movió de su lugar. Siempre estuvieron atentos a venderle al público. También no descuidaron sus objetos personales porque no contaron con la seguridad que podría brindar la policía (además de que es obligación que se queden en sus puestos). El tema del baño no es algo menor. Susana comentó que ellos van a los baños que se encuentran en el Palace de Glace (que está a su espalda) y otros eligen ir a los baños químicos que están para todo el público.
También habló sobre la promoción de las actividades de la feria como cultura. La artesana dijo que tanto ella como sus compañeros pertenecían a la categoría de “ferias y mercados”, y agregó que de ser así el Gobierno Porteño pasaría por el lugar para cobrar esa ocupación de los puestos. “Queremos pertenecer a cultura”, sostuvo la artesana, aunque no todos los feriantes estuvieron de acuerdo.

La tarde transcurría y Susana intercambiaba diálogo con sus conocidos de la feria. Un señor que vendía aceitunas y miel estaba contento porque había logrado vender casi todo lo que llevaba en su chango. “¡¡Hacía varios fines de semana que no teníamos un día así!!”, exclamó el vendedor. 

Tarjetas y señaladotes con la técnica de la cera y parafina (Foto:Rube)
Cuando Susana comenzó en esta feria no era lo que es hoy. Era más chica y no existían los puestos paralelos. Tampoco había demasiadas vacantes para sumarse a la venta. Recién desde el 2000 había sólo una vacante por feria, si se tiene en cuenta que son 8 en total: Lezama, Italia, Hussay, La Boca, Centenario, Belgrano e Intendente Alvear. 

A pesar de que trabajó como docente y estudió psicología, la artesana declaró que “lo bueno de todo esto es la no presencia de un jefe que te de ordenes, con lo cual uno, por ejemplo, pude viajar por el interior de país las veces que quiera”, y añadió que cuando se levantaba por las mañanas ya pensó en que podría hacer y crear para seguir con sus ventas los fines de semana.

Siempre a los artesanos se los relacionó con el movimiento "hippie" de los años 70. Si bien hubo feriantes que pertenecieron a esa moda, no todos se sumaron como en el caso de Susana. 

La feria no sólo muestra los puestos de artesanías. Hay una historia que atraviesa al lugar y a tantos de nuestro país. Es recordar, tener memoria. Todos los meses, el último domingo de cada mes precisamente, se realizan talleres gratuitos en donde Susana participa y enseña en memoria de los compañeros artesanos desaparecidos el 24 de marzo de 1976. 
A través de la pintura, de la madera, el cuero, la tela, el plástico, el arte hace expresión de una identidad ante todo, el diseño y la creatividad cuentan parte de nuestra cultura, que muchas veces no es apreciado por nosotros mismos y sí por los de afuera. 
Reconoce que ellos, los artesanos, no están muy acostumbrados a trabajar en grupo porque todos los días están solos elaborando su producto, pero a pesar de ello Susana se muestra muy sociable, abierta y predispuesta no sólo con el público sino con sus compañeros de trabajo del fin de semana, quizás porque hace lo que le gusta y eso se refleja en su propio arte  la manera de vivir.

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