Por Patricia Lamperti
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| Lago en medio del parque (Foto: Lourteig) |
Hoy el parque está enrejado, por supuesto que más lindo por dentro, limpio y cuidado, ¿Cómo llegamos a eso? Por un lado están los vecinos que se negaban a que se cerque, porque les parece una acción privatista por parte del Gobierno de la Ciudad y que consideran que la solución no es la reja. Por otra parte están los vecinos que se quejan de la inseguridad, de la falta de cuidado e higiene por parte de las personas que van a la plaza y de los paseadores que llevan a los perros.
Todos tienen derecho y un poco de razón en las cosas que plantean, no se puede meter a todos en la misma bolsa, pero hay cosas que no se pueden negar, es cierto que el parque enrejado es un dolor en el corazón, pero lo es también ver personas que lo usan para robar o para que un animal haga sus necesidades entre otras actividades que no corresponden a un lugar de recreación con historia, arte y cultura.
Se pierde más energía en ir contra el que quiere poner la reja y este a su vez en imponerla, sería bueno detenerse a pensar que hizo cada uno para que la jaula este o no, no somos animales pero a veces actuamos peor que ellos y tan solo con un poco de organización, dedicación y amor hubiésemos evitado esto, no con violencia, no con indiferencia, no con abandono, no ensuciando el hermoso lago que tiene y no esperando que otro haga lo que nosotros mismos podemos.
¿Cuántas cosas más vamos a perder?



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